"Etenko y los patines maravillosos" es un álbum ilustrado que nació sin palabras. Primero fue pintura, ritmo, gesto. Una historia contada con el cuerpo en movimiento, con una niña que patina y que, con cada giro, transforma el espacio a su alrededor. Ilustré esta historia alrededor de 2006, poco después de terminar "Daniela", como una necesidad: quería contar algo que no se veía aún en los libros ni en los medios, algo que faltaba entonces y que hoy por fin empieza a encontrar eco, y era la lucha por conquistar un lugar como mujer en cualquier ámbito de la vida: el deportivo, el artístico, el científico, el vital. Quería representar esa energía interior que impulsa, que insiste, que resiste. La fuerza de las niñas cuando se sueñan grandes. Etenko, una niña campeona y con AFÁN.
Mientras ilustraba Etenko, trabajaba también como mediadora educativa en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Allí convivía a diario con las grandes narraciones mitológicas de la pintura occidental, muchas de ellas profundamente masculinas en sus representaciones del poder. En particular, me llamaba la atención una pequeña pintura que representaba a Faetón, el joven que, en la mitología grecorromana, pide conducir el carro del Sol y acaba provocando el caos celeste. Desde pequeña conocía esta figura por diferentes lecturas.
Pero Etenko no repite la historia de Faetón: la reescribe. Donde Faetón cae, Etenko asciende. Donde Faetón pierde el control, Etenko crea armonía. Donde él provoca destrucción, ella teje caminos de luz.
En ese sentido, Etenko puede leerse como una reinterpretación visual y femenina de la figura solar, una propuesta que devuelve a las niñas el lugar de guía, creadora, protagonista.
También en Etenko hay referencias al Japón clásico, en concreto:
- La estampa ukiyo-e. En varias ilustraciones (como la del público observando a Etenko, o la escena del epílogo).
- La gran ola de Hokusai. Una de las ilustraciones con más fuerza es aquella donde una gran ola oscura se eleva frente a Etenko. Es una relectura poética de La gran ola de Kanagawa (Katsushika Hokusai), en la que la ola no amenaza, sino que parece surgir del cuerpo de la niña, como prolongación de su energía o de su espíritu. Aquí el diálogo entre lo femenino y lo natural alcanza su punto más intenso: la ola es Etenko. El arte es fuerza. El agua es danza.
- Espacios vacíos y poética del silencio. Como en el arte tradicional de la tinta (sumi-e), hay una clara confianza en lo no dicho, lo insinuado, lo blanco. El fondo no necesita estar lleno: lo que no se pinta es también parte del relato.
En su origen, Etenko no tenía texto. Las ilustraciones eran la narración. Cada imagen era una escena del viaje interior de esta niña patinadora que rompe la pista y se lanza a patinar sobre mares, cielos, mitos y sueños. La historia estaba completa sin palabras.
Pasaron los años y, en 2017, el escritor Vicente García Oliva se interesó por el proyecto. Le propuse “jugar” a ponerle texto, y así lo hizo: escribió un relato que captó la esencia de la historia, manteniendo su dimensión simbólica y respetando el lenguaje visual que la originó. Fue gracias a este trabajo conjunto que el libro vio finalmente la luz.
Etenko nació como una imagen, y se convirtió en una historia que muchas mujeres se regalan entre sí. Es una niña que avanza, que gira, que transforma el espacio con su movimiento. Y aunque al principio no lo supe, era también una forma de contarme a mí misma.

Textos: Vicente García Oliva
Ilustraciones: Ester Sánchez
ISBN: 978-84-92964-92-5
Ilustraciones: Ester Sánchez
ISBN: 978-84-92964-92-5






